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Economía y Finanzas

¿Por qué el mundo se ha vuelto tan dependiente del gas? Asia podría tener la respuesta

El conflicto entre Rusia y Ucrania, así como los precios del gas natural licuado estarían impactando no solo al continente asiático, sino al resto del mundo.

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¿Por qué el mundo se ha vuelto tan dependiente del gas? Asia podría tener la respuesta
Foto: Shutterstock

La búsqueda de gas natural se está extendiendo por todo el mundo, sobre todo en las economías en desarrollo de Asia. Solo para dar algunos ejemplos, India ha comprado recientemente cargamentos de gas natural licuado al contado, tras haber estado ausente del mercado durante meses. Por su parte, Indonesia, que es un gran exportador, pidió a sus productores de gas que dieran prioridad a los clientes locales.

De acuerdo con información de Refinitiv, proveedor global de infraestructura y datos del mercado financiero, Asia es la primera región del mundo en importación y consumo de gas natural licuado. Al igual que otros países del continente, India ha visto aumentar su importancia en los mercados mundiales de este producto, ya que importó 32.000 millones de metros cúbicos en 2021.

Para poner esto en contexto, China importó 113.000 millones de metros cúbicos, Japón 108.000 millones de metros cúbicos, Corea del Sur 67.000 millones de metros cúbicos e Indonesia importó 19.000 millones de metros cúbicos en 2021. Estas cifras son importantes si se tiene en cuenta que los mercados asiáticos son los que fijan los precios del gas natural licuado a nivel mundial la mayor parte del tiempo.

Importaciones de gas natural licuado en Asia (2021)

En contraste con las altas cifras de importación de Asia, la Unión Europea (UE) en su conjunto solo importó alrededor de 80.000 millones de GNL en 2021. Al respecto, el portavoz de la Comisión Europea en temas energéticos, Tim McPhie, le dijo a Forbes que “es un nuevo ángulo para la discusión de los precios de la energía”

“Los análisis de la Comisión indican que los incrementos en los precios de la energía se deben principalmente a la demanda global y a los problemas de oferta en la actualidad, que se deben a la recuperación económica derivada del Covid-19”, aseguró.

A su vez, el crecimiento en las economías asiáticas en sus esfuerzos por el gas es otro de los factores que tiene ese efecto en los precios, según explicó a Forbes el investigador de la Universidad de Columbia en temas energéticos, Antoine Halff.

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“Los precios del gas en Europa han subido muy rápidamente. Salimos del invierno anterior con bajas reservas de gas que no fueron reemplazadas antes de que comenzara la nueva temporada de calor, por lo que había un mercado de gas europeo muy apretado, que junto al aumento de los precios, ha aumentado el diferencial entre Europa y otros mercados, por lo que parte del gas que se dirigía a Asia se ha desviado a Europa con precios más altos”, dijo.

Para entender el problema que el viejo continente alberga con los precios, basta con observar el mercado de gas TTF holandés, utilizado como referencia en Europa. Para finales de enero, el precio cerró en 92,1 €/MWh, según datos de Intercontinental Exchange (ICE).

Si para entonces el precio ya se había disparado 16%, las perspectivas para febrero tampoco eran alentadoras desde el índice Mibgas, correspondiente al mercado ibérico del gas y que fijó el precio de este mes. Ubicado en 90 €/MWh aproximadamente, tuvo un incremento de 21%, agregó la información.

La coyuntura

¿A qué se debe la escasez en Europa? De acuerdo con Halff, la combinación de factores como un invierno frío y largo, además de las reservas de gas agotadas, jugaron un rol preponderante cuyo impacto se sintió en verano, época donde normalmente se reponen dichas reservas. “Hubo una generación de energía eólica muy baja debido a la falta de vientos en algunas partes de Europa, lo que ha creado más demanda de gas en sustitución de la eólica”, agregó.

Los conflictos geopolíticos también tienen mucho que ver en este caso, específicamente el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, que ha llegado a su punto más algido en los últimos siete años y en el que el gas natural se ha convertido en el elemento clave para el presidente ruso, Vladimir Putin, a la hora de poner contra las cuerdas a Ucrania y la misma Europa.

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Hoy en día, Rusia posee la mayor reserva de gas natural del mundo según Worldometers, con alrededor de 4,9 billones de metros cúbicos en la península de Yamal, ubicada al noroeste de Siberia. Si se observan las cifras de la UE, apenas llegan a 1,9 billones de metros cubicos, casi tres veces menos que sus contrapartes rusos.

Tal desbalance explica por qué la UE es el mayor consumidor de gas proveniente de Rusia, que provee hasta 46% del total utilizado en el viejo continente. Con respecto a otras fuentes de suministro, 20% proviene de Noruega, 11% de Argelia, y 5% de Qatar, según datos de la Agencia Europea de Estadística (Eurostat).

Suministro de gas en Europa

Hasta ahí no habría problemas, pero al entender que casi 4% del PIB de Ucrania viene de la comisión que cobra a Rusia por suministrar gas a Europa, se llega al meollo del asunto.

El gas proveniente de Rusia llega a Europa a través del gasoducto Nord Stream II, operado por la estatal petrolera Gazprom, cuya capacidad alcanza los 55.000 millones de metros cúbicos anuales. Dada su importancia, el gobierno ruso ha considerado utilizarlo como carnada para negociar.

A los 100.000 soldados rusos atrincherados en la frontera con Ucrania hay que sumarle la posibilidad de que Putin ordene el cierre del Nord Stream II, que conecta Rusia con Alemania por el mar Báltico. Ante ese escenario, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, no descarta imponer sanciones al gasoducto en caso de frenar el suministro.

Incluso, von der Leyen reafirmó el apoyo de la UE a Ucrania, incluyendo el anuncio realizado el pasado 24 de enero sobre una inyección de €1.200 millones (US$1.321 millones) en forma de paquete de ayuda financiera de emergencia y €120 millones (US$137 millones) en subvenciones adicionales.

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¿Se está agotando el gas natural?

En países como Brasil y China, el suministro de otras fuentes energéticas, como las hidroeléctrica, suele ser muy escaso, lo que también ha atraído la demanda de gas en dichos naciones, provocando una convergencia de factores que han tensado el mercado.

A ello se suma la incertidumbre sobre el papel del gas en la transición energética. Según Halff, había muchas expectativas de que el gas ayudaría a descarbonizar la economía hace 10 o 15 años, cuando se le abordaba como un combustible de combustión más limpia que el carbón, incluso el petróleo.

Sin embargo, ahora hay muchas preocupaciones sobre las emisiones que siguen asociadas al gas. Esto no sólo incluye las de carbono, sino también las de metano, que se filtran en el proceso de producción y transporte del gas.

Desde la perspectiva de Halff, hay algunos interrogantes al respecto. Si bien el experto aseguró que “no me apresuraría a decir eso”, destacó que la escasez de suministros ha renovado la atención sobre el muro del gas en la transición energética, y también en la seguridad energética europea y mundial.

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Según Halff, el movimiento de las economías mundiales apunta a los beneficios de cambiar a una economía de gas desde hace algunos años, sobre todo ante la necesidad de descarbonizar un sistema energético global, necesidad que ha sido cada vez más crítica con el potencial del gas para ser un buen combustible puente en la consolidación de las energías renovables.

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El experto también agregó que hay mucha más comprensión y conciencia de las fugas de metano que están asociadas al sistema de producción y transporte de gas.

“Creo que se ha entendido que el gas es una buena opción para las economías asiáticas que necesitan reducir su huella de gases de efecto invernadero a toda prisa, pero que también necesitan seguir suministrando para satisfacer sus necesidades energéticas, sobre todo en los casos de China y la India, que obtienen mayores beneficios del gas que del carbón”, sostuvo Halff.

La crisis en Europa ha agudizado el foco de atención sobre lo importante que es el gas en el sietema energético, y para el académico, una de las cosas que el mundo ha aprendido y que ha llegado a apreciar en los últimos meses es que el mundo depende mucho más de las reservas de gas que del mismo petróleo, así como de las reservas de las empresas, que se han convertido en una parte importante de la ecuación.

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