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Qespi, la propuesta gastronómica que destaca los ingredientes andinos, reabre sus puertas en Cusco
El regreso de Qespi trae como novedad un menú de degustación de siete tiempos llamado Momentos y Tierra, un viaje por los ingredientes locales y únicos que ofrece la Ciudad Imperial.

Situado a los pies de los Andes, el Valle Sagrado de los Incas deleita con sus campos bañados por el sol. Está lejos de ser solo un placer visual: es un paisaje gastronómico, donde la agricultura familiar se convierte en un legado vivo.
Desde épocas preincaicas, esta es un área privilegiada para el cultivo del maíz, variedades de papa e ingredientes que hacen a la gastronomía local única en el mundo. Ubicado a pocos pasos del Centro Histórico de Cusco, Qespi Restaurant y Bar reabre sus puertas y reinventa el sabor de esta tradición en una propuesta que resalta los insumos de la región.
En medio de la reactivación del sector turístico, el restaurante, ubicado en el hotel JW Marriott El Convento, recibe a turistas y huéspedes con novedades. Entre ellas destaca “Momentos y Tierra”, un menú de siete tiempos que surge de la inspiración del chef Jonathan Campos y su equipo culinario.
“La Ciudad Imperial ha hecho que me inspire en los ingredientes que la madre tierra tiene para darnos”, explica Campos.
La gran diversidad de papas nativas (cultivadas entre los 3.000 y 5.000 m s. n.m.), el choclo cosechado a 2.800 m s. n. m., los ajíes del Valle Sagrado –sometidos a diferentes grados de frío y calor, factor que les otorga una textura diferente– y la trucha proveniente de Arapa son algunos de los ingredientes que destacan en los platos de Qespi. El chocolate y café quillabambino, directo de la provincia de La Convención, complementan a las propuestas culinarias.
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Travesía sensorial
Para la cena de reapertura, los asistentes disfrutaron de “Momentos y Tierra”, un menú que busca ofrecer una experiencia completa de la gastronomía peruana ancestral. La atmósfera del restaurado Convento Colonial de San Agustín, construido en el siglo XVI y hoy convertido en un JW Marriott, fortalece esa travesía, ya que combina el universo inca con el lujo colonial.
El viaje por esta creación incluye un abrebocas de papas nativas rellenas de panceta en salsa BBQ, con crema agría y huevas ahumadas de trucha de Arapa, que deleita con sus tonos peruanos. El segundo tiempo es un tiradito de trucha puneña al estilo «tataki» con ponzu gelatinado, al que le sigue una cremosa «Sopa de diferentes latitudes» a base de insumos altoandinos, como las papas Huamantanga y el maíz cusqueño del Valle Sagrado.
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Los anticuchos a la parrilla marinados en salsa de ají panca llegan para el cuarto tiempo, seguidos de una pierna asada de cordero en cerveza negra, vino tinto y vegetales. Servida con pastel de papas Canchán (3.500 m s.n.m.) y queso andino.
La noche no termina sin el granité de Pisco Sour y el show hecho postre en el «Chocolate y café quillabambino», un mousse de chocolate amargo acompañado de helado de café con crumble de cacao y almendras.
“Me inspira el hecho de que sea comida de la Pacha (tierra) en la que utilizamos ingredientes de productores locales para crear platos únicos”, comparte el chef Campos. Asegura que su premisa es reinventar comidas multiétnicas, mezclando lo antiguo con lo moderno y respetando la tradición con un afán innovador. Para Campos, esa máxima resume la travesía gastronómica que significa visitar Qespi: un encuentro entre la historia, la cultura y el placer.