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Karin Zielinski, compositora de la banda sonora de Willaq Pirqa: “El cine nos permite reflexionar sobre realidades que no vemos”

Esta semana Willaq Pirqa marcó un hito al convertirse en la película peruana en quechua más vista en cines. Conversamos con Karin Zielinski, la mente detrás de las composiciones que ya han emocionado a más de 60 mil espectadores.

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Karin Zielinski, compositora de la banda sonora de Willaq Pirqa: “El cine nos permite reflexionar sobre realidades que no vemos”
Foto: composición propia

Cuando Karin Zielinski ve una imagen, las puertas de un nuevo mundo sonoro se abren. Entonces, notas musicales danzantes son liberadas y acuden a su mente para crear melodías. “A mí las imágenes me hablan”, confiesa. Para ella, quizá el mundo se traduce en música. 

Desde que era niña y experimentaba con el sonido de las copas con agua al vibrar y cassettes, ha pasado tiempo. Un camino de incertidumbre y descubrimiento que le revelaron lo que quería hacer: musicalizar cine. Narrar a través de la música.  

Con proyectos como La última tarde (2016), Margarita (2016), Django: sangre de mi sangre  (2018), Larga distancia (2019)  y El corazón de la luna (2020), Zielinski se ha convertido en una de las compositoras más importantes de la escena cinematográfica peruana. 

También es la mente detrás de la banda sonora de Willaq Pirqa: el cine de mi pueblo (2018), que esta semana se ha convertido en la película peruana en quechua más vista en cines al superar los 62 mil espectadores. 

Willaq Pirqa relata la historia de Sistu, un niño cuyo amor por las historias lo impulsará a crear un cine en su propio idioma. Foto: Andina

Un viaje sonoro: lo occidental y andino se encuentran 

Willaq Pirqa o “la pared que habla” narra la historia de Sistu, un niño de una pequeña comunidad campesina cusqueña que descubrirá el cine por primera vez. Este encuentro será para él un puente de conexión con otra realidad, con la que conectará a través de la magia universal de las historias. Pero que también pondrá en evidencia grandes desigualdades; así como una falta de representación de la cosmovisión andina y el quechua en la tradición cinematográfica.

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Zielinski resalta dos leitmotiv (motivos musicales) que acompañan este viaje de Sistu. “El primer motivo suena en determinados momentos al comienzo. Refleja a Sistu como personaje: quién es, a dónde pertenece y su sensibilidad para descubrir cosas nuevas”, explica. 

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El segundo motivo aparece en un punto de inflexión, cuando Sistu conoce el cine. “Este motivo es como una escalera, ascendente. Representa que está aprendiendo algo nuevo. Está descubriendo un nuevo mundo y eso se va a fusionar con lo que ya es. Con sus raíces”, sostiene.  

Con más de 60 mil espectadores en cines, la película dirigida por César Galindo se ha convertido en una de las cintas independientes más exitosas en el país. Foto: Andina

La conexión del mundo occidental (representado en  el cine) con el mundo andino de Sistu es la idea que trabaja la música de Willaq Pirqa. Ambos motivos se van juntando a lo largo de la cinta y se entremezclan con arreglos del Coca quintucha, reflejando la transformación del mundo interior del niño. 

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“La película está llena de estos guiños que son subliminales, pero sí generan un efecto. Hay toda una arquitectura detrás”, enfatiza la compositora. Un ejemplo de ello es el encuentro entre dos instrumentos: el violín (occidental) y el violín andino, que se fusionan sin perder identidad.   

Escucha aquí la banda sonora de Willaq Pirqa

Zielinski confiesa que son los músicos el alma de sus composiciones. “Cuando la música solamente es digital todo es muy cuadrado. El músico te puede dar una cosa que no te da la computadora: la humanidad”, dice. 

En ese sentido, Rubén Concha Aquino (quenas, zampoñas, bombo leguero, charango y guitarra), María Elena Pacheco (violín) y Andrés Chimango (violín andino) hacen un impecable trabajo humanizando las composiciones, que también incluyen la propia voz de Karin para crear camas armónicas. 

“Willaq Pirqa nos enseña que pueden haber mentes creativas en cualquier lugar y que todo el mundo merece una oportunidad para poder desarrollar ese talento creativo”.  Karin Zielinski, compositora, arreglista y cantante.

A través de una mirada infantil e inocente, Willaq Pirqa construye un mensaje crítico sobre el acercamiento a otras realidades y la falta de representación de nuestras comunidades originarias en el cine. 

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“Esta es una historia tierna, pero que tiene un mensaje duro en el fondo. Yo concretamente me acuerdo de esta escena en la que no le puse nada de música, porque no era necesaria. Ya era muy fuerte. A Sistu le piden en clase que lea el artículo de los derechos del niño y los lee, mientras está estudiando en un colegio que se cae a pedazos. El cine nos ayuda a reflexionar sobre aspectos y realidades que no vemos. La comunidad de Sistu es súper rica a nivel de la cultura y cosmovisión que pueden ofrecer”.

Un hito esperanzador para el cine peruano 

La pandemia ha tenido un gran impacto en el cine a nivel global. Debido a las restricciones por la COVID-19, las plataformas de streaming aceleraron su crecimiento. Solo Netflix tuvo más de 26 millones de nuevas suscripciones en el primer semestre del 2020, frente a los 12 millones de nuevos usuarios de la primera mitad de 2019.

A pesar de que el 2022 fue el año de la recuperación, la industria del cine aún no alcanza cifras prepandémicas. “La gente no está yendo al cine, por eso lo que está pasando con Willaq Pirqa es súper importante. Antes una comedia peruana hacía mínimo sus 100.000 espectadores si tenía un buen marketing. Eso como mínimo, pero podías llegar a 800.000. El año pasado trabajamos una comedia que no hizo más de 60.000 espectadores. Eso ya es pérdida para los productores”, apunta. 

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Los estímulos económicos que brinda la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO) tienen un papel fundamental, reconoce la compositora, porque permiten que haya un flujo de proyectos. Agrega que el cine comercial, de alguna manera, permite que siga existiendo el cine independiente. 

“Por ejemplo, si viene un productor con un proyecto comercial que tiene presupuesto para pagarme lo que se debe, ese ingreso me permite sostenerme financieramente para trabajar en otro proyecto más pequeño, más cine de autor”, comenta. 

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Sobre la evolución del cine peruano, opina que a nivel técnico han existido notables mejoras en los últimos 10 años. Ello se debe, en parte, a que la nueva generación de realizadores audiovisuales está cada vez más abierta a experimentar y plantear ideas nuevas. Ejemplo de ello son películas como El corazón de luna, con una propuesta fotográfica excepcional a cargo de Micaela Cajahuaringa .

“Yo espero que lo que le está pasando a Willaq Pirqa sea un buen augurio para los siguientes productores. Para que se animen a invertir un poco más en ciertas cosas a nivel de historia, para que la gente se conecte. Al final es eso. La gente se tiene que conectar con las historias para poder ir al cine. La gente espera ver cine”, finaliza.

Es cierto. Con más de siete semanas en cartelera, el éxito de Willaq Pirqa demuestra que sí puede existir un espacio para las películas peruanas independientes. Y ello depende también del público, que siempre está al acecho de nuevas historias con las que conectar.

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