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¿Cómo abordar la convivencia intergeneracional en las organizaciones?
Entre los polos definidos tanto por baby boomers como por centennials se asientan rasgos y particularidades que es preciso articular, señala Rosa María Fuchs.

La tolerancia a las diferencias se torna más urgente, no tanto por mera conveniencia sino, más bien, para promover una vigorosa convivencia. En lo que ya se reconoce como la era de la transformación de la experiencia cabe preguntarse: ¿Será que centennials y millennials son indispensables para el disruptivo proceso de transformación digital? ¿La experiencia de los X y baby boomers será clave para sostener el contexto que exige la virtualidad, el metaverso y las nuevas tendencias que surgen cada 24 horas? No discutamos la existencia ni los límites cronológicos de las generaciones: asumamos que entre los polos definidos tanto por baby boomers como por centennials germinan y se asientan rasgos y particularidades que es preciso identificar, entender y articular.
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Millennials y centennials tienen un rol protagónico en los dos motores que impulsan la transformación digital (tecnología y cultura). Las evidencias refuerzan la necesidad de una coexistencia amigable intergeneracional: los baby boomers seguirán pugnando por mantener viva la presencialidad en un mundo que se virtualiza; la generación X aportará conocimiento, experiencia y una afinada capacidad para adaptarse a los cambios; los millennials nos sorprenderán con su desempeño fluido en las nuevas tecnologías; y los centennials lucharán vigorosamente para construir un mundo justo, sin desigualdades y sostenible (60% de ellos afirma que publica contenidos para mejorar el mundo, según el informe especial La Nueva Cascada de Influencia – Barómetro de confianza de Edelman, publicado en junio de 2022).
Actitud hacia la vida, sueños, valores, fobias, intereses, capacidades, modas y códigos son algunos de los aspectos que pueden distinguirse entre los que interactúan en una organización. Aquella que ignore que alberga a colaboradores con características tan particulares es vulnerable, entre varias amenazas, a conflictos, ineficiencias, poca o nula innovación, reacciones lentas. Es decir, enfrenta el gran riesgo de involucionar. Si, como el sentido común sugiere, lo que se busca es lo contrario. Desde una armonía generalizada hasta una evolución continua en un entorno que priorice el bienestar total, urge observar los diversos grupos de engranajes y comprometerse con ese reto artesanal de sincronizarlos para que, en lugar de que compitan entre ellos, se comporten como agentes de la ansiada sinergia organizacional.
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De por sí estas diferencias provocan que el enfoque de la gestión del talento esté obligado a evolucionar y, en ese proceso, construir sólidos puentes en un terreno de brechas y cráteres. Es, pues, un momento ideal para apoyar las iniciativas que empoderen la gestión de personas como una actividad estratégica tan o más importante que la gestión comercial o la financiera.
Sobre la autora:
Rosa María Fuchs es jefa del Departamento Académico de Administración de la Universidad del Pacífico.
Las opiniones expresadas son solo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes Perú.
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